Crimen (III)

Estoy segura que después del suficiente tiempo, hasta el agua del mar se ha de secar.

Suficientes años han pasado del fatídico día, donde mi familia me fue arrebatada por un ex-romeo quebrado. Quizás lo peor de que se muera gente amada es todo lo que pasa después de su muerte, Me había quedado sin mi familia, fue muerta en un arranque de ira de mi ex-cuñado, entre gritos, demandas y pensiones se quebró un débil hombre y lo llevo a mi destrucción. Después de verse rodeado de policías se apuñalo el pecho.
La buena suerte es para quienes no la merecen; en una operación milagrosa el hombre se salvó, después sus abogados alegaron que fue un arranque de ira y que nunca había presentado patrones similares con anterioridad, en su trabajo sólo lo cesaron unos meses y el día de hoy, el día de hoy goza de una buena situación económica y una nueva esposa.
Y yo, yo tengo deudas por el entierro de mi familia entera, sólo unos minutos me dio el mundo para llorar mi pena, en seguida reporteros de periódicos amarillistas y no amarillistas, habían creado todo un teatro ante lo ocurrido.

"El esposo la sorprende con el amante"
"Se acuchilla por una nalga"

En minutos debía arreglar el entierro, buscar bóvedas en el panteón para mis sobrinos, contratar una funeraria para que comprara los ataúdes y tramitar las actas de defunción.

Las nueve noches las pase viendo como vagaba gente extraña apenándose de mí, sentada recostaba la cabeza en la pared y me sentía tan vacía que hubiese podido ser que yo en realidad no me encontraba allí, lágrimas vacías rodaban por mis mejillas y mi mente vagaba acerca de nada, no podía pensar, no podía odiar, no podía hacer nada, todo mi ser estaba lleno, inundado de tristeza que no había cabida para nada más, incluso para mi alma.

En los primero días, uno no acaba de comprender la realidad, no sabe reaccionar el cuerpo y sólo sigue las rutinas diarias, pero en la sala ya no habrá risas de niños, en la cocina no estará la hermana preparando sopa, en el cuarto no hablará la madre quejándose de los años que le pesan...


Distiendo las cortinas y me punza en los ojos un susurro de luz, es entonces cuando el llanto roda de nuevo sobre mis mejillas, es entonces cuando sé...

Ya jamás volveran a estar, jamás.

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